domingo, marzo 26, 2006

la palabra






Dejar que las palabras hablen, que ellas cuenten su propia historia y para ello es necesario recuperar la etimología, dejar fluir el discurrir del verbo y que este se encuentre con su gramática y las imàgenes hablen "per se".
La gramática del deseo en su medio decir de verdad, de ficción, de mitología.
Ese hilo, ese tramado que nos habilitaría a una Dialetiké (un arte del buen decir).
La propuesta es incluir y no excluir, porque la palabra hermenéutica significa, además de interpretar, explicar y traducir y nos remite a Hermes, el mensajero de los dioses, el de los pies alados, el que conoce los caminos secretos del Hades.
Hermes es quien acompaña a los viajeros en el camino, es quien permite descubrir y quien oculta; su ingenio y astucia le permite crear la lira, la flauta, cuidar a Dionisos y acompañar a las diosas en su disputa por la belleza.


El ingenio es un valor muy apreciado por los griegos y él es el Padre del ingenio.
La etimología de hermenéutica nos conduce hacia Hermes; es interesante preguntarnos qué de él aún persiste en este intento de descubrir caminos en el arte de interpretar.Hermes, heraldo de los dioses, elocuente y persuasivo que prometió no decir mentiras... no obstante no puede decir toda la verdad.“Hermes le ayudó a las tres Parcas a componer el Alfabeto...” .
Es quien entrega el lenguaje; pero, anudado a la muerte (todo un presente griego).
Trasmitió la manera adecuada de hacer fuego y quizás de él devengan esas palabras aladas que buscan nuestro entusiasmo (chispa divina), y que nos frotamos unos a otros con las palabras para que algo suceda.


Si recuperamos a la vapuleada Doxa y somos generosos con ella, retornándole su sentido de ‘opinión verdadera’, los saberes de vida en relación a una Téchne, un arte del hacer, del saber hacer, esto nos permitirá un encuentro con la verdad desde otro lugar.
Ante la pregunta kantiana de ¿Cómo conocemos? por este medio podemos transformarla en palabra y acción, en la posibilidad de construir saberes.
Apertura y flexibilidad en el indagar, tras la apetencia de un modo de ser, de esta manera la Epistemología es algo más que una descripción o una pragmática, es una morada, un lugar donde habitar y ser habitado, somos ahí en ese hacer que nos va constituyendo como sujetos en un advenir en relación al intercambio con otros, semejantes o no.
Este método es el camino, el paso, el pasaje, el Pathos, el justo medio de una hybris que se hace metodología de la investigación.
Sin esa pasión es difícil que algo acontezca.
Esta propuesta de revisión epistémica desde la Téchne de una in-ciencia como el Psicoanálisis que se hace Póiesis (creación).
La etimología como recurso nos devuelve la frescura de un primer encuentro que por siglos nos está esperando desde el olvido de la polisemia; recuperar este soma que muda en semántica, desde la mántica del soplo de un verbo.
Freud nos recuerda en su texto “Tótem y Tabú” que las palabras aún guardan mucho de la magia primitiva.Resolver el antiguo problema entre la multiplicidad y la Unidad: Heráclito versus Parménides; como toda verdad, seguro ella se halla escondida a medio camino de ambos.Esa escurridiza verdad siempre a medio decir que nos remite a una encrucijada que no es la de Edipo, en donde lo múltiple se puede atar a una serie de trípticos sin tener que reducirlo a lo Uno y que a la vez en su intertextualidad, nos abre un abanico de posibilidades, muñecas rusas que esperan por ser descubiertas.
Condensación en su desplazamiento que bien podría remitirnos al sueño inaugural del Psicoanálisis, allí donde Freud aún sueña con la Trimetilamina.Qué es lo que hay entre el deseo de conocer y el Amor hacia lo que se conoce?Esa metaxis que nos permite constructos teóricos es acaso el juego entre Erastés (El amante) y Erómenos (lo amado) (el objeto de amor). Recordemos la etimología de Filosofía que en lo particular prefiero pensarla desde la sombra (Psyché) de Helena a la de Atenea.Intersticios de un entre que se despliega en un adentro y afuera al estilo de una banda de Moebius.
“Erómena” todo lo que es amable, digno de ser amado.
No hay certezas, esa es la única certeza.


Quizás hallemos en el investigar desde esa curiosidad freudiana, indicios que pesquisar en lugares en donde nos veamos comprometidos con un querer saber, implicados en un querer trasmitir.
Sutiles rodeos que realizar, posibles encuentros en el desencuentro; encrucijada que resolver, más de un camino sin salida (Aporía) en la Paradoja de puertas abiertas al laberinto de existir.

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