viernes, marzo 24, 2006

Encargo










No me des tregua,
no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre,
que cada cosa cruel sea tú que vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino, naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil, no seas caricia niguante;
tállame como un sílex, desespérame.
Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo.
Dálos.
Ven a mí con tu cólera seca de fósforo y escamas.
Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme las fauces.
No me importa ignorarte en pleno día,
saber que juegas cara al sol y al hombre.
Compártelo.
Yo te pido la cruel ceremonia del tajo,
lo que nadie te pide: las espinas hasta el hueso.
Arráncame esta cara infame,
oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre.


Julio Cortàzar
París, 1951/1952
Salvo el crepúsculo, Buenos Aires, Ed. Alfaguara, 1996

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