sábado, septiembre 23, 2006

ILUMINACIÓN

 En el momento en el que os ilumináis, toda la existencia se ilumina. Si estáis en la oscuridad, entonces toda la existencia está a oscuras. Todo depende de vosotros. Hay mil y una falacias alrededor de la meditación. Esta es muy simple: no es otra cosa que conciencia. No es recitar, no es emplear un mantra o un rosario. Estos son métodos hipnóticos. Pueden proporcionaros un cierto descanso. No hay nada malo en ello, si lo único que se pretende es la relajación. Cualquier método hipnótico puede ser de ayuda, pero si se quiere la verdad, no basta. La meditación simplemente significa transformar vuestra inconsciencia en conciencia. Por lo general, solo una décima parte de nuestro cerebro es consciente, y nueve décimas partes son inconscientes. Únicamente una parte pequeña de la mente, una capa fina, posee luz; por lo demás, la casa está a oscuras. Y el desafío es hacer crecer esa pequeña luz para que toda la casa se inunde de luz, con el fin de que ni un nicho o rincón queden en la oscuridad. Entonces toda la casa rebosa luz, y la vida es un milagro; tiene la cualidad de la magia. Deja de ser ordinaria y todo se vuelve extraordinario. Lo mundano se transforma en lo sagrado y las cosas pequeñas de la vida comienzan a tener una importancia tremenda, que ni siquiera habríamos imaginado. Las piedras corrientes parecen tan hermosas como los diamantes, toda la existencia se ilumina. En el momento en el que os ilumináis, toda la existencia se ilumina. Si estáis en la oscuridad, entonces toda la existencia está a oscuras. Todo depende de vosotros. 2 Aficionados y Expertos Todos los grandes descubrimientos los hacen los aficionados. Siempre sucede... cuando empezáis un trabajo nuevo, sois muy creativos, os involucráis profundamente, proyectáis todo vuestro ser. Entonces, poco a poco, os vais familiarizando con el territorio. Y en vez de ser originales y creativos, comenzáis a ser repetitivos. Eso también es natural, porque cuanta más habilidad adquirís en cualquier trabajo, más repetitivos os volvéis. La destreza es repetitiva. De manera que los grandes descubrimientos los hacen los aficionados, nunca la gente experta... porque una persona experta pone mucho en juego. Si sucede algo nuevo, entonces, ¿qué será de su vieja habilidad? Durante años ha aprendido y se ha convertido en un experto. Por ello los expertos jamás descubren nada; nunca van más allá de los límites de su conocimiento. Por un lado se vuelven más y más diestros, y por el otro, más y más aburridos, hasta que el trabajo parece una carga. Porque ya no hay nada nuevo que pueda entusiasmarlos... ya saben lo que va a pasar, saben lo que van a hacer; no hay sorpresa en ello. Así pues, aprended una lección: es bueno alcanzar una habilidad, pero no es bueno acostumbrarse a ella para siempre. Cuando os surja la sensación de que las cosas se han estancado, cambiadlas, inventad cualquier cosa, añadid algo nuevo, borrad algo viejo. Volved a ser libres del patrón en el que habéis caído, lo que significa ser libres de vuestra habilidad; volved a ser aficionados. Eso requiere coraje y agallas, pero así es como se torna hermosa la vida. 3 elegid la naturaleza Siempre que veáis que la sociedad está en conflicto con la naturaleza, elegid la naturaleza... sin importar el precio. Jamás perderéis. Hasta ahora se ha considerado que el individuo existe para la sociedad, de modo que ha de acatar lo que la sociedad dicte. Debe encajar en ella. Esa es la definición del ser humano normal: uno que encaja en la sociedad. Aunque la sociedad esté loca, hay que encajar en ella; entonces sois normales. El problema que ahora se le plantea al individuo es que la naturaleza exige una cosa y la sociedad lo contrario. Si la sociedad demandara lo mismo que la naturaleza, no habría conflicto. Habríamos permanecido en el Jardín del Edén. El problema surge porque la sociedad tiene sus propios intereses, que no necesariamente están en sintonía con el individuo y sus intereses. La sociedad posee sus propios intereses; el individuo ha de ser sacrificado. Nos encontramos en un mundo que está patas arriba. Lo correcto sería justo lo opuesto. El individuo no existe para la sociedad, sino esta para el individuo. Porque la sociedad es simplemente una institución, carece de alma. El individuo posee alma, que es el centro consciente. 4 un lugar de ecos El mundo es un lugar de ecos: si arrojamos ira, ira es lo que nos vuelve; si damos amor, amor es lo que recibimos. El amor no debería ser exigente; de lo contrario, pierde sus alas, no puede volar. Se enraíza en la tierra y se vuelve muy terrenal; entonces es lujuria y proporciona mucha desdicha y gran sufrimiento. El amor no debería ser condicional, no habría que esperar nada de él. Él mismo debería ser su razón de ser, no una recompensa o resultado. Repito, si tiene algún motivo ulterior, vuestro amor no puede convertirse en un cielo abierto. Se ve confinado a ese motivo; el motivo se convierte en su definición, en su límite. El amor sin motivo carece de límites: es puro júbilo, exuberancia, es la fragancia del corazón. Y que no haya deseo de conseguir ningún resultado, no significa que estos no tengan lugar; acontecen, y multiplicados por mil, porque aquello que le damos al mundo, nos vuelve rebotado a nosotros. El mundo es un lugar de ecos: si arrojamos ira, ira es lo que nos vuelve; si damos amor, amor es lo que recibimos. Pero ese es un fenómeno natural, no hace falta pensar en ello. Se puede confiar: acontece por su cuenta. Esta es la ley del karma: se recoge aquello que se siembra; lo que se da es lo que se recibe. Así que no hay necesidad de pensar en ello, es algo automático. Odiad, y os odiarán. Amad, y os amarán. 5 sabiduría retrospectiva El otro nunca es responsable. Estad atentos. Si os volvéis sabios en el momento, no habrá problema. Pero todo el mundo se vuelve sabio cuando el momento ha pasado. La sabiduría retrospectiva no vale nada. Cuando lo habéis hecho todo, cuando habéis luchado, sermoneado y os habéis quejado y luego os habéis vuelto sabios y visto que no tenía sentido, es demasiado tarde. No sirve para nada... porque ya habéis cometido el daño. Esta sabiduría es una sabiduría falsa. Os brinda la sensación de que habéis entendido. Ese es un truco del ego. Esa sabiduría no os va a ayudar. Cuando estabais haciendo lo que hacíais, en ese mismo momento, simultáneamente, es cuando ha de surgir la percepción y deberíais comprender que lo que hacéis es inútil. Si sois capaces de verlo cuando está presente, entonces no podéis hacerlo. Jamás se puede ir contra la propia percepción, y si se va contra ella, esa percepción no lo es. Se la está confundiendo con otra cosa. Así que recordad, el otro jamás es responsable de nada. Es algo que hierve en vuestro interior. Y por supuesto la persona a la que amáis es la que está más próxima a vosotros. No podéis arrojárselo a un desconocido que pasa por la calle, de modo que la persona que más próxima tenéis se convierte en el receptáculo en el que podéis continuar vertiendo todas vuestras tonterías. Pero hay que evitar eso, porque el amor es muy frágil. Si lo hacéis demasiado, si os excedéis, el amor puede desaparecer. El otro nunca es responsable. Intentad que esto sea un estado tan permanente de percepción en vosotros que siempre que empecéis a ver algo malo en el otro, lo recordéis. Sorprendeos con las manos en la masa, para poder parar en el acto. Y pedir que se os perdone. 

Osho

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