miércoles, junio 14, 2006

Epitafio del poeta

    Veinte años despuès...
Sus restos yacen en Plainpalais como fue su deseo.
Flores azules, árboles centenarios,
una lápida con su nombre y un epitafio
en inglés antiguo
"And ne forhtedon na"
acompañan en el cementerio ginebrino
de Plainpalais los restos del escritor argentino
Jorge Luis Borges,
que desde hace 20 años
yacen en paz como fue su deseo.
Dos décadas atrás, el 14 de junio de 1986,
el célebre literato era enterrado
en esa pequeña necrópolis,
la única que data de la Edad Media,
ubicada en la orilla izquierda del Ródano
y donde descansan los restos de nobles,
diplomáticos y consejeros de Estado.
Una pequeña cruz de Gales
y la inscripción "1899/1986"
figuran en el anverso de la piedra
que se levanta al ras de la tierra en la tumba 735.
El epitafio significa
en arcaica lengua anglosajona
"y sin temer nada".
Proviene de un poema épico
"La batalla de Maldon"
en el que un guerrero
arenga a sus hombres antes de morir
peleando contra invasores vikingos
en Essex, Inglaterra, en el siglo X.


En uno de los lados de la lápida,
obra del escultor argentino Eduardo Longato,
están grabados en su idioma original
los dos versos de la Völsunga Saga
que encabezan su cuento Ulrica.
Traducidos dicen así: «Él tomó su espada,
"Gram", y colocó el metal desnudo entre los dos».
Aluden al hecho de que el protagonista del poema,
Sigurd, durmió tres noches con su amada Brynhild y,
para no tocarla, colocó su espada «Gram» en medio
(no deja de resultar extraña esa cita,
que parece aludir a un amor no consumado,
como compendio de una historia de amor).
Debajo de los versos aparece
una dedicatoria:
«De Ulrica a Javier Otárola».



Una nave vikinga
con la vela desplegada completa
este lado de la lápida.
En el reverso aparece el nombre del escritor,
un medallón con ocho guerreros,
la frase «And ne forthedon na»,
una cruz de Gales y «las dos abstractas fechas»
que era lo único que Borges
pedía para su tumba: 1899-1986.

Frente a la lápida hay un típico banco de plaza,
mudo testigo de aquellos
que alguna vez reflexionaron
frente a la tumba del autor del "Libro de sueños"
o de extraordinarios cuentos
como "Emma Zunz" (llevado al cine) o
"Las ruinas circulares".







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